Juan 1:5 - “La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”
Vivimos en un mundo lleno de violencia, abusos y maldades cometidas sin motivo alguno. Hemos oído decir frecuentemente que "vivimos en un mundo oscuro". Estar en las tinieblas, en esencia, significa estar en un lugar sin luz.
¿Por qué el mundo es un lugar tan oscuro? Por el pecado. Hace muchos años el pecado entró en el mundo a través de la desobediencia, y ha estado causando estragos en el mundo desde ese entonces. Pero Dios, en Su misericordia, envió Luz al mundo para dispersar la oscuridad. Esta Luz vino en la forma de Su Hijo, Jesucristo. Gracias a Él, ya no tenemos que temer a la oscuridad. Jesús vence a las tinieblas. Como un niño con una lamparita nocturna, Jesús nos trae consuelo y seguridad en medio de la incertidumbre y las dificultades.
La luz proviene de varias fuentes como el sol, el fuego, electricidad generada en bombillas, etcétera. Y este tipo de luz nos ayuda mucho en el aspecto físico – nos ayuda a ver, nos mantiene calientes y nos ayuda a crecer. ¿Cómo se traslada esto a nuestra vida espiritual?
1 - La luz nos ayuda a ver.
Sin luz, tropezamos con las cosas porque no podemos ver. Dios vio que el pecado trajo la oscuridad, y que la gente de este mundo está cegada por ella. Jesucristo, la Luz de este mundo, nos ayuda a ver. Cuando somos capaces de ver, entonces somos capaces de lograr las cosas que tenemos que hacer, y podemos evitar el peligro. Tenemos visión gracias a Jesucristo, nuestra Luz.
2 - La luz nos mantiene calientes.
Donde hay oscuridad, no hay luz. Donde no hay luz, no hay calor. Sin calor, tenemos frío. Imagínate estar fuera en el frío helado de una noche de invierno sin nada que te proteja. Así es la vida sin Cristo: oscura y fría. Pero Dios nos recibe con los brazos abiertos. Nos ha enviado la Luz del mundo, Jesús, para que estemos seguros y nos mantengamos calientes.
3 - La luz nos ayuda a crecer.
La luz es extremadamente importante para ayudar a las plantas a crecer mediante la fotosíntesis. De la misma manera, Cristo, como nuestra Luz, nos permite crecer. Sin Él, nos estancamos y nos quedamos sin sentido en esta vida. Jesús dice en Juan 15:5: “Yo soy la vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes nada pueden hacer.” Es EN Cristo donde tenemos todo lo que necesitamos para crecer.
Pero, ¿cómo accedemos a esta Luz?
Romanos 10:9-10 nos indica cómo. Dice: “«Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.» Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación.”
Sólo en Cristo entramos en contacto directo con la Luz. Cuando lo hacemos, podemos dejar que Su luz brille tanto en nuestras vidas como en las vidas de los que nos rodean.
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